A cada jugador deportivista se le
concedió por el ascenso la entonces sustanciosa prima de ¡dos mil
pesetas!, al mismo tiempo que la tesorería del Deportivo sugería la
celebración de un partido a beneficio de la caja del Club para hacer
frente al abono de la importante cantidad.

“Acuña, déjate meter un gol”

La liga 43-44
fue menos afortunada, pues aunque se mantuvo la categoría, hubo que
jugar la promoción con el Constancia de Inca, al que se venció por
4-0, en el madrileño estadio de Chamartin. Alinearon los
blanquiazules a: Acuña, Pedrito, Portugués, Molaza, Bienzobas,
Muntane, Viso, Guimerans, Paquirri, Caballero y Chao.
La Copa,
tradicionalmente gafe para el Deportivo, contemplo la eliminación
del Valladolid (0-0 y
7-1) para caer
con el Valencia (2-0 y 4-2)
El Nuevo Riazor
El 29 de octubre
de 1944 se inaguro el estadio de Riazor, con resultado negativo, pues
el Valencia gano 3-2. Era un recinto construido al estilo olímpico
alemán, con seis calles de atletismo que alejaban mucho al publico
del terreno de juego. Los gritos de aliento llegaban muy mortecinos
al jugador, a lo que se unía el larguísimo silabeo del
“De-por-ti-vo” en contraste con el fulgurante “Cel-ta” o
“Ra-cing”. Los árbitros, ante tanta distancia, actuaban con
total tranquilidad. El estadio, ademas, no era cerrado y cuando el
equipo visitante quería perder tiempo no tenia mas que lanzar un
balonazo fuera del terreno, hacia el campo de entrenamiento, que
tardaba casi un minuto en ser devuelto por niños recogepelotas.

Menos mal que el
disgusto duro poco, pues en la temporada siguiente, la 45-46, se
recupero la categoría. El equipo que consiguió el ascenso estaba
formado por Acuña, Ponte, Portugués, Molaza, Cuqui, Reboredo,
Marquínez, Guimeráns, Mijares, Fabeiro y Chao. El 8 de agosto se
celebro la asamblea del club, donde se reconoció un déficit de
1.290.000 pesetas.